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Un concierto el viernes en el D.F.. Me habían dicho que era un concierto privado e imaginé que seguramente era de alguna marca tipo Nokia o Sony que había decidido hacer una fiesta para sus gerentes de ventas o algo así. Esos conciertos, son de lo más aburrido imaginable. Me equivoqué era un concierto privado de Tequila Cuervo, pero el público consistía en 2500 chicos de entre 18 y 23 años que nos recibieron gritando Tijuana y Nortec antes de salir. Una noche sorpresivamente agradable.
Horas antes me había entrevistado con uno de los hermanos Zavala (videastas) en el restorán Tierra de Vinos de la Roma. Un lugar espectcular para todos aquellos que nuestro mayor vicio es el vino tinto. Después de una buena cena, varios planes por aterrizar y mi respectivo six de vinos para llevar, nos fuimos directo a la Expo, en donde tuvo lugar el concierto. I love D.F.
En el backstage había de todo, vino, cerveza, whiskey. Tomamos agua mineral. Al siguiente dia nos teníamos que levantar a las 8 am para tomar un vuelo que nos llevaría a Cd. Juarez. Considerando que casi siempre terminamos llegando al hotel a las 4 am. Tomar agua mineral era la única opoción posible si queríamos llegar más o menos vivos a Chihuahua.
El Festival Internacional de Arte de Chihuahua nos esperaba con 3500 norteños ansiosos de tarolazos y electrónica. Eso les dimos. Fueron felices, fuimos felices. En este concierto nos acompañó la banda aguacaliente y músicos invitados. Como el avión de regreso a Tijuana, salía temprano y había que estar en el aeropuerto a las 9 am. Me tomé dos cervezas y seis botellas de agua mineral. En el avión de regreso me la pasé escuchando el disco Loveless de My Bloody Valentine. Una joyita musical que tenía tiempo sin escuchar. Aterrizando, el soundtrack corrió a cargo de una canción muy profunda de Troy Pierce de nombre 25 Bitches.