Friday, October 5, 2007




Casi siempre el morbo es más atractivo que La Realidad. Un monstruo puede resultar adorable. Un asesino, simpático. Y si ese ser exótico y extravante es una mujer; el perverso animal puede convertirse en atractiva y sensual. Deseable

El narco "mejicano" como diría Perez Reverte, da para eso y más (una novela). Y para muestra un botón. Adivinen dónde nació esta chica malévola, transgresora, seductora, adorable, atractiva, poderosa y al parecer, también vanidosa?
En Tijuana -of course-.
Otra rayita más al tigre:

A la hora de ser fichada, La Reina del Pacífico pidió su maquillaje

Cuando vio la cámara frente a ella, se detuvo. Estaba rodeada de agentes que vigilaban cada uno de sus movimientos. Faltaban unas horas para que la encarcelaran… aún así levantó sus manos esposadas para alcanzarse el cabello. Y con una voz risueña La Reina del Pacífico dijo: "Voy a salir muy fea, ni aretes traigo. Déjenme maquillar…"Quienes estaban ahí no pudieron aguantar la risa. Pero el diálogo antes de retratarla para su expediente no terminó en ese momento:—Le vamos a tomar unas fotos, la vamos a hacer famosa —le dijo quien estaba por captarla.—Es que famosa ya soy. Yo soy la reina…. —respondió con un tono irónico Sandra Ávila Beltrán. Después entró al baño. Se acomodó el fleco. Se mojó un poco el rostro. Desenredó el rosario que colgaba de su cuello, y salió con una sonrisa para las fotos. Había pasado ya poco más de dos horas desde que un grupo especial de AFIs la detuvo en el estacionamiento del Vips de San Jerónimo Lídice.Dos de los elementos que la capturaron hace una semana lo recuerdan. Y aunque saben que ya forman parte de la historia lo relatan a Crónica con la condición de no revelar sus identidades. Porque les puede costar la vida. Atrás había quedado el único momento en que la mujer originaria de Tijuana se mostró desorientada. "Derrotada", dijeron sus captores. Los policías cuentan ese instante. La mirada de Sandra Ávila Beltrán estaba clavada en el piso. El cabello castaño apenas dejaba entrever su rostro. La Reina del Pacífico respiró profundamente y les dijo: "soñé hace tres días que me iban a detener". Y pidió su teléfono celular para "avisarle a mi hijo y a mi mamá que estoy bien, que me están tratando bien, que no se preocupen cuando me vean en la tele…"Unos minutos antes el grupo de agentes de la SSPF le pidó que bajara de su camioneta: efectivamente la acababan de aprehender.Los más de tres años de investigación que llevaban los policías tenían su recompensa. La mujer buscada por autoridades de nuestro país y Estados Unidos, la líder de narcotraficantes mexicanos y colombianos estaba frente a ellos; desarmada y sin escoltas. CAPTURA DE PELíCULA. Desde las 10:15 de la mañana del viernes 28 de septiembre, Sandra Ávila había llegado al restaurante al sur del Distrito Federal.Ahí se reunió con un hombre y una mujer con quienes desayunó y que le decían Daniela. "Eran dos personas ajenas a los negocios ilícitos", cuentan los agentes.Para llegar a ese lugar, la tijuanense salió sola de su casa. Como nunca lo hacía, iba sin los autos que la cuidaban en todo momento. En ocasiones usaba una camioneta BMW. También un auto de la misma marca, o alguno de los dos Mercedes Benz. Muy ocasionalmente utilizaba el Mondeo. Cuando ella salía en alguno de los carros, dos o tres personas la seguían en otro. "Eran sus muros", describen los investigadores."Era una mujer que se cuidaba mucho. Casi nunca se bajaba de sus autos. Cambiaba mucho sus rutas. Cuando llegaba a casa daba dos o tres vueltas por otras calles. A veces se frenaba en pleno Periférico sin motivo alguno… todo para estar segura de que nadie la seguía". Pero ese día fue diferente. En su camioneta BMW negra salió rumbo al Vips. Sin dar vueltas innecesarias. Sin sus "muros". Sin armas. Y al llegar al lugar se sentó en un gabinete del restaurante. Junto a una ventana. En las manos sólo llevaba su bolsa. Dentro de ella dos tarjetas de crédito HSBC, tres teléfonos celulares, unas gotas para los ojos y un juego de llaves. Tres agentes entraron al restaurante como si fueran clientes. Dos se sentaron en una mesa y otro más hizo lo mismo a unos metros de ella. Ella nunca los reconoció. Vestían de traje, tomaban café. "Creí que eran abogados, licenciados, cualquier cosa. Nunca que fueran federales", confesaría después. A través del cristal otros agentes la vigilaban desde afuera. Unos se escondieron en las cajuelas de sus autos. Otro más logró tomarle una foto a lo lejos."Logramos obtener un retrato en ese instante. Y lo enviamos a nuestra central. Ahí nuestro mando revisó la imagen, la comparó con los archivos y en unos minutos nos dio la orden: Es ella; adelante con la detención".Sandra Ávila estuvo horas en el restaurante. Pagó la cuenta y todavía platicó con sus acompañantes durante 35 minutos en la entrada. El tiempo era desesperante para los agentes. El miedo a que los descubriera los invadía. Aunque había agentes apostados en algunas calles cercanas, todo podía suceder con una mujer "tan querida por los grandes narcotraficantes", como la describen los investigadores. Pero al final salió del restaurante sin llamar a nadie. Caminó hacia su camioneta y subió a ella. Estaba por encender el motor cuando escuchó una voz afuera de la ventana: "Policía federal, baje de la unidad". Los pequeños ojos de la tijuanense se abrieron más de lo normal. "Quizá pensó que la íbamos a secuestrar. O que éramos de algún grupo rival", platican sus captores. Con la voz un poco nerviosa ella les dijo: —No es cierto. Ustedes no son federales, vienen de otro lado —Somos policía federal. ¿Cómo se llama? —No, no es cierto. Ustedes vienen de otro lado. Yo soy Sandra…—Sandra Ávila Beltrán….La mujer ya no habló más. Los agentes la subieron a uno de los automóviles de la policía. Le pidieron el boleto del estacionamiento y ella se los dio para pagarlo.Luego de entregar 28 pesos en la caseta del estacionamiento, todos salieron de ahí. La señora iba sentada en el asiento trasero de una de las unidades. "Ni siquiera me mostraron sus identificaciones. Ninguna orden, nada…" fue lo primero que dijo La Reina del Pacífico cuando la llevaban ya rumbo a la PGR.